Eine kleine Nachtmusik

Dienstag, August 16, 2005

Diálogos Sinfónicos

Un día sin música es para mi un día vacío, no concibo su ausencia. Y es que aunque guarde importantes silencios en mi espíritu, siempre aparece una melodía. Hoy mi corazón me recordó una de mis obras predilectas: la Sinfonía Concertante para Violín, Viola y Orquesta en mi bemol mayor, KV.364; compuesta por W.A.Mozart a los 23 años de edad, en 1779.

Se llama así por tener la característica de un concierto, en el que actúan uno o más instrumentos como protagonistas en la obra y son acompañados por la orquesta, en esta ocasión dentro de la estructura sinfónica; por lo que podemos decir que la orquesta también se luce más que como un 'acompañamiento'.

En particular me cautiva el diálogo concertante y destacado entre dichos instrumentos, pareciera que se trata de una pequeña discusión apasionada, teniendo al violín como personaje masculino y a la viola como femenino. Mozart tuvo el cuidado de diferenciarlos y buscó la forma de hacer partícipe a la viola del protagonismo del violín, que sobresale de los demás instrumentos de cuerda.

Para lograr esto, Mozart especificó que la viola debía ser afinada medio tono más alto de lo usual, para obtener una mayor intensidad y brillo. Esta técnica es conocida como scordatura, y consiste en modificar la afinación de una o más cuerdas de un instrumento, de manera que las piezas modificadas debían ser digitadas nuevamente, a la vez que se podían lograr ciertos sonidos que eran incluso imposibles de lograr en un instrumento afinado de manera convencional. Esta técnica era muy recurrida en el siglo XVIII. Niccolò Paganini fue uno de los maestros de la scordatura y logró hacer composiciones en una sola cuerda del violín. Ya trataremos un tema sobre el destacado compositor.

Pero Mozart no sólo hizo modificaciones para destacar a la viola principal, a la que dotó de un sonido más vibrante, luminoso e intenso; lo hizo también con sus compañeras de la orquesta, dividiéndolas en dos grupos; tal como originalmente se encuentran los violines. También reforzó el carácter de identidad entre los instrumentos protagónicos, reduciendo sensiblemente los aspectos virtuosísticos del violín.

La Sinfonía Concertante se compone de los siguientes 3 movimientos:

1. Allegro maestoso.
2. Andante.
3. Presto.

La obra completa me fascina, pero en especial el andante que tira a ser un adagio, por su melancolía y la dulzura expresada en sus frases, un fluido e intenso diálogo de instrumentos verdaderamente conmovedor.

En cuanto al allegro maestoso, me parece que Mozart ya acariciaba la idea del tema desde 15 años atrás, cuando compuso su tercera sinfonía KV.18, precisamente en mi bemol mayor. Si tienen oportunidad de escuchar ambas en su inicio, podrán notar claramente que en el primer movimiento de la Sinfonía No.3 aparece una melodía que se presenta idéntica en la Sinfonía Concertante. También se habla de que Mozart empleó algunos elementos utilizados en las obras clásicas del compositor y distinguido director nacido en Mannheim, Johann Christian Cannabich; al que conoció en 1776 estando en Francia con su padre Leopold Mozart.

No se sabe si Mozart dedicó esta obra a alguien en especial o bien, que fundamentara su inspiración en algún hecho o personaje; pero por su diálogo contenido me arriesgo a pensar que en parte, fue a manera de un simpático reclamo, una catarsis ante su fallido romance con Aloyse Weber; hermana de la que finalmente fuera su esposa, Constance.

Como sea, es una obra imprescindible en la discoteca de todo melómano y mozartiano.